Os dejamos nuestra última reflexión para PeriodistaDigital.com ¿Qué le ha ocurrido a Podemos en las últimas elecciones? Vamos a ver…

El pasado 26-J «la sonrisa de un país» se fue tornando en una tristeza según avanzaba el escrutinio. Junto a la formación de Pablo Iglesias, otras derrotadas, por no decir las principales, fueron las encuestas. Desde el 1 de abril todos los sondeos otorgaban el sorpasso en votos y estamos hablando de 90 estudios en los que ninguno pudo predecir tampoco que el PP llegaba al 33%, únicamente dos de ellos daban un 31% a los populares.

A Podemos, maestros en diagnosticar los problemas de España en las penúltimas elecciones, es la primera vez que se les ve desorientados, incapaces de realizar un análisis de lo que les ha pasado. Intentaremos desgranar cuáles son los principales factores que han influido en este «mal sabor de boca»:

Creer en las encuestas y basar la estrategia en ellas. El gran fracaso de las encuestas ha sido clamoroso y con ellas la ingenuidad de creértelas cuando son favorables. Hay partidos que remaron en contra en continuos sondeos para luego mejorar el resultado previsto, pero cuando las encuestas son favorables y no se cumplen aflora la frustración, al igual que le paso a Ciudadanos en diciembre.

Marcado por esas encuestas engañosas, posiblemente la formación morada decidió basarse en una estrategia conservadora para mantener el resultado, cuando lo suyo ha sido desde los orígenes el ataque. Incluso vendiendo la piel del oso antes de cazarla. Han intentado llevar a cabo un lavado de imagen, con un cambio de logo basado en un corazón, con sonrisas en el lema, que ha intentado superar el miedo que genera para una parte importante del electorado. Una campaña de comunicación muy criticada ahora desde dentro.

La estrategia de polarización y el Brexit. La polarización y la llamada al voto útil ha beneficiado claramente al PP en detrimento principalmente de Ciudadanos. En el otro extremo, Pablo Iglesias pedía «no mezclar asuntos internacionales en campaña» consciente de que el referéndum británico distorsionaba y debilitaba su posicionamiento en defensa de un referéndum catalán con las catastróficas consecuencias evidenciadas.

Cambio de registro de Pablo Iglesias. En estas elecciones han querido mostrar un líder desenfadado, conciliador, pero ese rol queda muy forzado e impostado para un líder que naturalmente es más combativo, arrogante e incisivo. En la política hay que representar papeles continuamente, según el momento, pero sobre todo hay que creérselos. Asimismo hay que tener en cuenta el rechazo que genera entre los votantes del resto de partidos, el líder de la formación morada suspende frente a Rajoy, Sánchez o Rivera.

Pérdida de frescura. El las anteriores elecciones el eje que se impuso a la distinción entre derecha e izquierda fue el de los nuevos partidos frente a los viejos. En estas elecciones, después de seis meses de fracaso para hacer gobierno, lo nuevo ha perdido frescura con su consecuente descenso en votos. Pablo Iglesias y Albert Rivera ya son bien conocidos por el electorado, se sabe cuáles son sus virtudes como sus defectos, estos últimos asimilándose tanto al resto de partidos que por ejemplo Podemos ya no utiliza el término «casta» para crear la confrontación, pues son conscientes de que han entrado a formar parte de esa elite que tanto criticaban. Cobran de las mismas arcas, incluso cuando no se llega a ningún acuerdo, han hecho mailing y pedirán que se les devuelva hasta el último céntimo, han llevado campañas electorales sin austeridad. Son como sus homólogos pero con menos experiencia.

La apuesta por una coalición que a priori les iba a beneficiar por la ley electoral, aupado por la cocina de las encuestas, y que ha demostrado como dice Iñigo Errejon que dos más dos no siempre son cuatro. Han perdido escaños, de los 69 que tuvieron a los 63 actuales y a parte los 8 de Izquierda Unida. Posiblemente si no hubieran convergido en estas elecciones el resultado podría haber sido peor. Pero en realidad ha existido el sorpasso de Izquierda Unida, que resucita.

 Tras la coalición quedan identificados nítidamente como partido de izquierdas. La coalición ha tenido una consecuencia peor, y puede que sea la principal clave y el escollo que preocupa al número dos de la formación, consciente de que históricamente las elecciones de nuestro país se ganan con el voto del centro. En esta campaña Podemos ha decidido posicionarse definitivamente en el eje de la izquierda en su obsesión por desbancar al PSOE. En una lucha fratricida por la hegemonía «socialdemócrata» y emulando a Zapatero, un Presidente que el PSOE escondió en los últimos años por los índices tan bajos de popularidad que tenía. Eso hace difícil creer el discurso de los de arriba contra los de abajo, oprimidos contra opresores, el de la gran mayoría de «la gente» porque han renunciado a una visión transversal.

Al mismo tiempo, existe una percepción de que boicotearon cualquier acuerdo de izquierdas. En las negociaciones pasadas para formar gobierno vetaron cualquier entendimiento con el PSOE, se ha percibido como un partido poco flexible más preocupado por sus intereses que por llegar a acuerdos.

Como siempre a toro pasado es fácil analizar, nadie pudo predecir el escenario actual por lo menos ninguno de los profesionales encargados. Conclusión, deberían dimitir algún directivo de las empresas demoscópicas por su nefasta predicción aunque la culpa sea de los españoles que mentimos cuando se nos hace una encuesta. Otra reflexión más maquiavélica sería aludir a Sartori y su concepción de los sondeos, «son sobre todo una expresión del poder de los medios de comunicación sobre el pueblo», y sencillamente han tenido la intención de equivocarse para movilizar intencionadamente un electorado que vota en la polarización contra Podemos o contra el PP.

Sea como fuere el 26j a las 20:00 horas las apuestas giraban sobre a qué hora tomaba el AVE Susana Díaz para desembarcar en Ferraz. Sin embargo la crisis se ha trasladado a Podemos: Monedero atacando a Errejón; éste dudando de la confluencia; Echenique como secretario de organización diciendo que si es necesario se van a extirpar las «malas hierbas»; Podemos Andalucía cargando contra el número dos, respaldando a Iglesias pero pidiendo una dirección más «coral».

¿Será capaz Podemos de superar las divergencias internas o será una escalada a mayor? ¿Se atreverá alguien a disputarle el liderazgo a Iglesias?

Hasta ahora lo que cohesionaba a Unidos Podemos (confluencias y más de 20 partidos) era la posibilidad de tocar poder, una vez que se ha desvanecido esa posibilidad por el momento, ¿podrá Podemos mantener la unidad entre todos los actores que han formado parte de su marca electoral en estas elecciones?

Francisco Jerez
CEO Estrategos.org
@f_jerez