Autor: Tomás Pascual Ruiz
En relación “calidad precio” la legislatura más corta de la historia de España es también la más cara. La falta de entendimiento de los partidos políticos tiene como consecuencia que ninguna de las 628 Proposiciones No de Ley en Comisión presentadas en esta legislatura vayan a ver la luz, así como muchas de las 2459 preguntas al Gobierno con respuesta escrita vayan a obtener respuesta. A esta circunstancia hay que sumarle la negativa del Gobierno en funciones de someterse al control del Parlamento.
El coste de estos 4 meses de legislatura grosso modo y teniendo en cuenta que el salario base de cada unos de los 350 diputados ronda los 2.800€ es de casi 4 millones de euros. A este importe habría que sumarle más de 2 millones de euros de la suma de los 1.813€ a los 314 diputados de circunscripciones de fuera de Madrid y los 870€ de los 36 diputados de Madrid. No podemos olvidar que en la pasada legislatura menos de 30 diputados cobraban únicamente el sueldo base y existen complementos a ciertos puestos como portavoces o presidentes de Comisión.
A estos gastos hay que sumarle dietas, gastos de personal técnico, letrados o ujieres que parte de su trabajo no va a dar fruto. A pesar de que los dirigentes nos pueden parecer caros, los políticos españoles son de los más baratos si los comparamos con los salarios de sus señorías de países europeos.
Pero no todo el trabajo está perdido, muchas de las iniciativas que se han presentado hasta la fecha se presentarán de nuevo en la siguiente legislatura siempre que sigan teniendo posibilidad de efecto.
Otro aspecto positivo de la situación es que las sociedad civil ha podido ver las prioridades de los partidos políticos, y del tipo de regulación que pretender aplicar de llegar al poder. Con las nuevas elecciones el contador se pone a cero, por lo que se abre una buena oportunidad para que los colectivos sociales puedan trasladar a los partidos políticos sus inquietudes y puntos de vista, sobre aquellos asuntos que les atañen y de los que consideran que los partidos no tienen un punto que se ajusta a la necesidad de cada caso.